
Habla del libro: “Todas somos reinas, cada mujer es una reina; reina sos vos, que juntás cartones para dar de comer a tus hijos; y vos, secretaria ejecutiva, sin la que el jefe no puede hacer nada; y vos sos reina, la abuelita, a la que ya llegó la hora de descansar pero tenés que quedarte cuidando a los nietos”.
Sin palabras. La mujer se somete al varón en casi todo el mundo. Acá en Argentina todavía está contenta por ello, su feminidad se intensifica cuando el hombre le abre una puerta, sin saber que le están cerrando otra. Excepto, claro, Kristina.

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