Todas las mujeres somos reinas, dice una conductora de programa de tele en “Metro En Vivo”. Presentan el libro “Reinas”, del que sortearán, entre las televidentes que colaboren con un llamado, cinco ejemplares acompañados de una chocolatina: “quiero comerme el chocolatito, pero no, que llegó la primavera, va a venir el verano, y hay que ponerse la malla”. La tipa pasa los sesenta, naturalmente, sin los arreglos estéticos casi obligatorios en la Argentina. Tal vez esté operada y pase en realidad el centenario.
Habla del libro: “Todas somos reinas, cada mujer es una reina; reina sos vos, que juntás cartones para dar de comer a tus hijos; y vos, secretaria ejecutiva, sin la que el jefe no puede hacer nada; y vos sos reina, la abuelita, a la que ya llegó la hora de descansar pero tenés que quedarte cuidando a los nietos”.
Sin palabras. La mujer se somete al varón en casi todo el mundo. Acá en Argentina todavía está contenta por ello, su feminidad se intensifica cuando el hombre le abre una puerta, sin saber que le están cerrando otra. Excepto, claro, Kristina.
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