domingo, 29 de junio de 2008

Adolecen

Adolescentes, enseñanza, desenseñanza, terapia.

El susto me lo llevé hace dos semanas, cuando los profesores nos repartimos los grupos y me tocó el de los chicos mayores, del último curso de EPO y varios de Secundaria. Misteriosamente todo el mundo excepto yo, que no había trabajado en el colegio los veranos anteriores, tenía ya sus cursos favoritos y ninguno eligió el mío. Yo, que sólo tenía claro que no quería a los de ESO.

La ocasión la pintan calva; me dije que era la oportunidad de revivir mi adolescencia, el periodo de mi vida del que tengo peores recuerdos y a la vez más lagunas de olvido. Hasta hace poco todavía me impresionaba pasar por delante de un grupo de adolescentes, como si yo mismo fuera uno de ellos, sujeto a las críticas más feroces de igual a igual. Un día, no hace tanto, me di cuenta de que ya soy un señor, un hombre; algo tan aparentemente fácil de ver me asombró con la fuerza de una iluminación.

Pero he visto llorar a demasiados amigos profesores, a los más fuertes, a los más guerrreros, durante los últimos años como para no llevar resguardo. Monstruos, mastuerzos, bestias de carga, apáticos, aburridos, hipersexuales, hiposexuados, desordenados, desobedientes, gritones, brivones. Yo no, yo nunca he sido así, me digo.

sábado, 28 de junio de 2008

Pillar cacho en el water (una de Gran Arte)

Compañía Nacional de Danza, dirigida por Nacho Duato, en el Palau de les Arts Reína Sofía de Valencia.

La danza no es mi arte. Yo bailando soy como una película de Tarantino, muy floreado, bastante imprevisible, y siempre acabado en un baño de sangre. Como espectador, tampoco me tomo muy bien normalmente ver gente saltando sin saber muy bien por qué. Me frustra tanto como no entender el idioma de algún lugar visitado, pero sin esas ocasiones consigo relajarme y disfrutar el sonido (además de la opción de no tener que hablar ni escuchar), ¿por qué no con la danza?

Fui invitado. Gratis. Gracias A. El Palacio de las Artes de mi ciudad es, por dentro, como una gran taza de váter. Hay azulejo por todos lados, lo que puede hacer fácil la analogía. Pero además la arquitectura de la sala principal tiene forma de w.c. Así que si antes de entrar ya me incomodaba ver a gente tan revestida y repeinada, como diciendo "soy un pincel para la ocasión", una vez me di cuenta de que estábamos en un aseo, la impresión de que algo fallaba se magnificó.

La ocasión: pues ver gente danzando. Gente que no nos ve. ¿A qué tanta ropa cara? ¿A qué tanto ir a la peluquería una hora antes del estreno? Es una pena que casi todo lo relacionado con la cultura sea tan "ocasional". Una vez vi, en Weimar, a Merce Cunningham y su compañía celebrando los dos siglos del bailarín sobre los escenarios. Estaba muy envejecido. No me gustó, pero vi que la gente de este pueblo pequeño que disfruta de una veintena de óperas cada mes no vestían como si la entrada de la Opernhaus fuera la de una disco de moda custodiada por dos matones cachas; como si fueran a pillar cacho.

Recreación Poética del Palau de les Arts.

Entonces salió Nacho Duato a escena e hizo unas piruetas que no estaban ni muy bien hechas, ni tuvieron mucho que ver con el resto de la representación. Luego me permití escuchar este idioma desconocido con placer, emocionándome, sorprendiéndome de la belleza que había en las danzas sincronizadas con la sincopada música de Bach. Bach, me tocó la fibra (esa fibra). De pronto todo eran recuerdos. Bach sirve para entrelazar mejor los recuerdos.

Feliz. Entonces volvió a ser Nacho Duato. A la salida me di cuenta de que no era el único que no entendía su papel en la obra que dirigía, más allá que el de ser director. ¿Era la musa de Bach? ¿Era el amante de la muerte? Muy raro. Parecía que estaba por estar, para ser visto, para pillar cacho. En un urinario gigante. El triunfo de Duchamp.

jueves, 26 de junio de 2008

Que baje Dios y lo vea

Si esto es vida, que baje Dios y me pegue un bocado en el abdomen,
que sepa a qué sabe,
y decida.