martes, 11 de septiembre de 2007

11-S (2007)

La última vez que estuve en Buenos Aires dos aviones colapsaron las torres gemelas de Nueva York. En Argentina era también por la mañana cuando comenzó el ataque terrorista, así que las rotativas tuvieron que hacer varias ediciones especiales de sus diarios para actualizar la información durante el día.

A los tres meses, fueron los cimientos de la propia Argentina los que se vinieron abajo, con la primera gran crisis económica del siglo, y el corralito. ¿Cómo pudo pasarnos?, se preguntaron, ¿Por qué a la gente buena le pasan cosas malas?

La Argentina está mejorada. Dolencias crónicas las tiene, como todos los países, pero hay mejor humor. La inflación y la inseguridad son los temas de la calle; el yo, el tema del diván, para los que pueden pagar por ser escuchados. Se preparan elecciones presidenciales; la tranquilidad del país se nota en que los diarios dedican las portadas a rememorar el 11-S estadounidense y ningún tema doméstico perturba esta memoria. Echo una cuestión de menos, afortunadamente, en la información argentina: la del "riesgo país", combinación de palabras que me intrigó mucho la última vez, que dejó hace tiempo de asustar y de escalar, diariamente, varios puntos porcentuales.

¿Riesgo país? Ché, país de locos, como mucho.

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