lunes, 17 de septiembre de 2007

Cebá vos

A los argentinos, a los de Buenos Aires, los porteños, los aborrece toda América latina. Al menos sus vecinos cercanos. A los bonaerenses les tienen tirria también los argentinos de provincias.

No asombra cuando uno les escucha hablar con superioridad de los países con los que tienen frontera, o cuando se comparan sin pudor con Europa.

No asombra pero produce tristeza. Los porteños representan, juntos sobre todo, el catálogo más acumulaticio de pecados capitales, tan criticables como susceptibles de ser disfrutados. Pero en definitiva, resumen y en general, son buena gente. Muy buena. Me impresiona sobre todo su hospitalidad, el afecto con el que abren las puertas de su casa al extranjero conocido –porque, por otro lado, nunca abren la puerta al desconocido, resguardándose en el “tema: inseguridad”-.

Produce tristeza que el porteño, siempre dispuesto a compartir su mate y su charla, se aísle de sus iguales en pos de una idea mítica, su grandeza y su europeidad, cada vez más difusa. (¿Dónde queda y qué es Europa hoy?)

La lógica realista, geográfica y gramatical, debería permitir a Buenos Aires saberse americana, sur americana: acercarse a Montevideo, Santiago de Chile, La Paz o Brasilia. Vivir en su lugar y tiempo para, desde ahí, hacer camino. El camino de combatir las dolorosas injusticias de la división Norte-Sur, Primer-Tercer mundo, Beneficios-Hambre.

Pero Buenos Aires, la Casa Rosada y sus ciudadanos, NO PUEDEN ser Tercer Mundo. No pueden ser América del Sur. No pueden asumirse. Viven entre el pasado glorioso del Peronismo original y el futuro que los convertirá en parisinos. Y, mientras, no pueden entender que Chile, Uruguay y Brasil crezcan económicamente más que ellos.

El momento del mate es tal vez el único momento en que los argentinos se asumen y viven su presente. No es la ceremonia del té japonés pero el ratito del mate, ¿viste?, tiene algo Zen.

PD.- De todos modos, digo, qué bueno poder mirar hacia fuera. En Europa, ¿cuándo miramos fuera? ¿Cuándo, eso de aprender de los otros?

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