Mujer nigeriana abandonada en el suelo de comisaría italiana
Las obsesiones son lo que son lo que son lo que son lo que son... o lo que parecen. Lo que creemos ver, lo que queremos ver. Los fóbicos como yo encontramos el objeto de nuestro miedo al girar una de cada dos esquinas; la familia expectante de pronto descubre que el mundo está lleno de embarazadas; el que desea mucho algo ve constanstes signos de que su deseo está en camino, "fabricándose", y cada estrella del cielo le parece fugaz.
El que desea como el que odia. Algunos curas ven símbolos del amor de Dios en cada persona con la que se cruzan, en cada suceso que presencian, con cada inspiración. Otros no ven sino rastros del pecado original, gestos de maldad humana y obras del demonio, cada vez que exhalan aire, en cada humano que se les presenta a disección, a través de cada historia que llega a sus oídos.
La prensa quiere ver en Italia signos de racismo, xenofobia, odio al extraño, al extranjero, desde que Berlusconi volvió a ganar la presidencia italiana. La prensa está obsesionada con el saludo fascista con que la masa recibió al nuevo alcalde de Roma hace escasas semanas o con la valerosa acción gubernamental de sacar el ejercito a las calles para poner orden.
Según se mire. Desde la óptica de Berlusconi, pues a menudo arrecia contra la prensa internacional y doméstica y acusa a todos los periodistas de formar parte de una masonería comunista que trama contra él. Fóbico o paranoico.
La obsesión puede estar en la prensa. No es tan pura, la prensa, y no puede exigírsele que traslade los hechos en bruto sin pasar ningún filtro. Hay riesgo de contaminación, de que en el tamiz de selección de noticias queden enredados algunos deseos y algunos miedos, fobias y anhelos.
Pero puede se una obsesión que se da en Italia, en muchos de sus gobernantes y algunos votantes, una obsesión que se traduce en efectos que se traduce en noticias de la prensa. La obsesión por la que el extranjero ya no es "sólo" una amenaza al empleo de los nacionales; el extranjero es un monstruo, un bicho, una maldición, una mierda. Para muestra, robo un titular del periódico de hoy: "Italia indignada por el maltrato a una extranjera detenida". La prensa, qué obsesión. Para encontrar más sobre la noticia sugiero buscar en google la siguiente frase: "una prostituta nigeriana yacía cubierta de suciedad en el suelo de una comisaría".
La imagen que acompaña al artículo ofrece poco más, el titular es tan claro como la foto: una mujer paralizada tirada en el suelo, una capa gruesa de polvo marrón claro posada sobre su piel, como un objeto abandonado. Da pavor, pero debería dar horror, ser miedo insistente, inaguantable, un miedo que nos haga reaccionar, hartos de la parálisis fóbica.
Las obsesiones son lo que son lo que son lo que son lo que son... o lo que parecen. Lo que creemos ver, lo que queremos ver. Los fóbicos como yo encontramos el objeto de nuestro miedo al girar una de cada dos esquinas; la familia expectante de pronto descubre que el mundo está lleno de embarazadas; el que desea mucho algo ve constanstes signos de que su deseo está en camino, "fabricándose", y cada estrella del cielo le parece fugaz.
El que desea como el que odia. Algunos curas ven símbolos del amor de Dios en cada persona con la que se cruzan, en cada suceso que presencian, con cada inspiración. Otros no ven sino rastros del pecado original, gestos de maldad humana y obras del demonio, cada vez que exhalan aire, en cada humano que se les presenta a disección, a través de cada historia que llega a sus oídos.
La prensa quiere ver en Italia signos de racismo, xenofobia, odio al extraño, al extranjero, desde que Berlusconi volvió a ganar la presidencia italiana. La prensa está obsesionada con el saludo fascista con que la masa recibió al nuevo alcalde de Roma hace escasas semanas o con la valerosa acción gubernamental de sacar el ejercito a las calles para poner orden.
Según se mire. Desde la óptica de Berlusconi, pues a menudo arrecia contra la prensa internacional y doméstica y acusa a todos los periodistas de formar parte de una masonería comunista que trama contra él. Fóbico o paranoico.
La obsesión puede estar en la prensa. No es tan pura, la prensa, y no puede exigírsele que traslade los hechos en bruto sin pasar ningún filtro. Hay riesgo de contaminación, de que en el tamiz de selección de noticias queden enredados algunos deseos y algunos miedos, fobias y anhelos.
Pero puede se una obsesión que se da en Italia, en muchos de sus gobernantes y algunos votantes, una obsesión que se traduce en efectos que se traduce en noticias de la prensa. La obsesión por la que el extranjero ya no es "sólo" una amenaza al empleo de los nacionales; el extranjero es un monstruo, un bicho, una maldición, una mierda. Para muestra, robo un titular del periódico de hoy: "Italia indignada por el maltrato a una extranjera detenida". La prensa, qué obsesión. Para encontrar más sobre la noticia sugiero buscar en google la siguiente frase: "una prostituta nigeriana yacía cubierta de suciedad en el suelo de una comisaría".
La imagen que acompaña al artículo ofrece poco más, el titular es tan claro como la foto: una mujer paralizada tirada en el suelo, una capa gruesa de polvo marrón claro posada sobre su piel, como un objeto abandonado. Da pavor, pero debería dar horror, ser miedo insistente, inaguantable, un miedo que nos haga reaccionar, hartos de la parálisis fóbica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario