Se acostó por la tarde. De noche el cansancio puro le impedía dormir, pues sus músculos protestaban, y con razón, ajenos a las necesidades animales de su cabeza, que reclamaba silencio con tanta furia que la vigilia se perpetuaba. El sueño, se perturbaba.
Necesitaba tumbarse pues sin estar cansado. Dormir sin quererlo, a su propia contra y así, de acuerdo consigo mismo.
Con una nana se acunaba: duermo ahora, muero ahora, luego viviré. Y luego: morir es seguir viviendo, morir es vivir de otra manera. Ahora duermo, ahora muero, ahora vivo. La nana casi siempre se volvía conversación, un diálogo consigo mismo sobre la muerte, pues la nana con que se mecía le inquietaba razonablemente. Dialogaba, por las tardes, sin sueño pero queriendo dormir, sobre su muerte.
Necesario sin duda, el ejercicio, si quería poder responder a la voz que de noche, cuando cerraba sus ojos al mundo y el mundo le cerraba los suyos, decía Morirás.
Necesitaba tumbarse pues sin estar cansado. Dormir sin quererlo, a su propia contra y así, de acuerdo consigo mismo.
Con una nana se acunaba: duermo ahora, muero ahora, luego viviré. Y luego: morir es seguir viviendo, morir es vivir de otra manera. Ahora duermo, ahora muero, ahora vivo. La nana casi siempre se volvía conversación, un diálogo consigo mismo sobre la muerte, pues la nana con que se mecía le inquietaba razonablemente. Dialogaba, por las tardes, sin sueño pero queriendo dormir, sobre su muerte.
Necesario sin duda, el ejercicio, si quería poder responder a la voz que de noche, cuando cerraba sus ojos al mundo y el mundo le cerraba los suyos, decía Morirás.
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