martes, 12 de agosto de 2008

Vivir del aire: la crisis es gratis

Calor, noticias sorpresivas, el sueldo de los becarios, crisis

Escucho la radio. Es un lujo que sólo disfruto, accesible como es siempre, cuando me dejan un coche. Mientras conduzco hago eso para lo que no encuentro tiempo en mis días peatonales.

En la radio un locutor confundido dice que hace mucho calor. No se equivoca en esto, porque un viento seco y ardiente ha tomado la península la madrugada de ayer. El locutor dice que tenemos altas temperaturas, de 1.500 grados, de cuatro grados por encima. No se corrige a sí mismo, no se da cuenta, y eso que esta noticia era esperada: hará calor. Seguramente era un becario.

Lo de Osetia del Sur, Georgia y Rusia ha tomado por sorpresa a los Mass Media españoles. Todo está cerrado por vacaciones y en los noticieros (prensa, tele y radio) hay becarios que cubren una actualidad que en principio, durante nuestro agosto, debería propiciar sólo noticias banales, o aquellas relacionadas con muertes en piscinas, en el mar, en carretera o por golpes de calor. Así que les ha costado encontrar al "malo de la película" en el asunto georgiano: finalmente hay quorum y todos los dedos señalan a Rusia, pues el derecho de soberanía de Georgia se pone por encima de la autodeterminación de sus dos regiones independentistas.

Nuestros políticos están de vacaciones pero fingen no estarlo. En la oposición hacen reuniones de emergencia a las que son invitados cámaras y reporteros: la crisis está aquí y hay que bregar con ella. El gobierno, atento, pone chaquetas y corbatas a sus ministros por encima de las bermudas y los bañadores, excepto a Miguel Sebastián, que ahorra aire acondicionado y energía a lo japonés, quitándose la corbata; total, en la tele sólo los sacan de cintura para arriba.

Pero la radio está tomada por la crisis: lo comercial usa la repentina pobreza del país para vender más; "colchones para tu merecido descanso en tiempo de crisis", "nuestra bebida producirá en tus intestinos defensas para la crisis", "la crisis no se nota en nuestro producto" y así hasta "vendemos la crisis más barata" o "nuestra crisis es la mejor crisis en tiempos de crisis".

Una tertulia termina con todos enfadados, sin motivo, puesto que están todos de acuerdo: no hay que subir los salarios mínimos, sería la peor medida posible, aunque estuviera en el programa electoral del partido gobernante. Bueno, sobre esto más en otra entrada, porque yo sí me enfadé. La tertulia acaba con un acuerdo, un deseo: manteniendo los sueldos mínimos donde están, hay que incentivar el consumo. El consumo de aire, supongo, seco y caliente, o el consumo de estrellas fugaces en la noche de San Lorenzo, cosas asequibles al bolsillo de un becario.

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