lunes, 28 de mayo de 2007

¡Votemos otra vez!


A 28 de mayo, el 27-M ya es historia. Se nos acumulan las siglas que marcan días trágicos, así que unas elecciones municipales y autonómicas que poco o nada cambiarán no ocuparán espacio en nuestras agendillas mentales. Puesto que os dejé libres la jornada de reflexión quiero compartir con vosotros ahora las últimas reflexiones que hice, para cerrar esta tanda de textos que me han robado el tiempo para ducharme, comer o estirar los músculos. Tenéis suerte de no tener que verme… u olerme.

Reflexión, poca. Parece que, tras reflexionar, España en bloque ha decidido que mejor nos quedamos como estábamos. Más o menos. Hemos seguido hablando durante estas dos semanas, yo incluido, de temas nacionales, políticas difusas y cuestiones que expandían los límites de nuestros pueblos hasta hacerlos lindar con Moncloa. El sábado, más que una jornada de reflexión, fue una inflexión: el único día en años en que nuestros políticos se han callado; no es baladí añadir que han cerrado sus bocas obligados por la ley.

Tristemente no ha habido la misma inflexión en la temática de la campaña. Hoy, volvemos a lo de antes, a lo que ha marcado las últimas dos semanas y el último lustro político. Ésta es la mala noticia. La buena noticia es que aunque nos queden meses de una nueva campaña, la que dirimirá quien gobierna la España de las autonomías desde el gobierno central, los términos en que se desenvuelvan serán menos surrealistas: dejaremos de vivir unas elecciones generales virtuales disfrazadas de municipales. Los términos estarán más claros. Crucemos los dedos.

Con cifras que contar la marabunta metafísica en la que os he metido los últimos días se concreta. Contando las cifras se descifra que nadie ha perdido. Aunque el Partido Popular ha obtenido más votos que el Partido Socialista Obrero Español a nivel nacional, estos últimos sabrán mostrarnos una contabilización que les resulte favorable. Extrañamente lo primeros afirman, admitiendo un error anterior visto en retrospectiva, que éstas son las primeras elecciones que ganan en siete años. Podríamos deducir de esto que, puesto que todos ganan, lo importante ha sido participar. Debería ser el centro del meollo, contando como contamos con una historia nacional que nos ha impedido durante muchos años participar. Contar.

Hoy todo son buenas noticias. Para empezar hemos conseguido llegar hasta aquí. Es un éxito haberlo hecho sin muertos, o sin tantos actos de violencia como se habían contabilizado en nuestras últimas elecciones: ni Santiago Carrillo ni Josep Piqué, ni Mariano Rajoy ni Carod Rovira o José Bono han sufrido la ira peligrosa de la gente de la calle. De los nuestros. Si han tenido que hacer frente a insinuaciones y a insultos en estado puro, éstas y estos les han llovido de su propio terreno: como la mafia, dejaremos que se maten entre ellos, aunque deberíamos exigir con más vehemencia que no nos pongan en peligro cuando lo hacen. Alguna piedra de las que se han lanzado podría haberle dado a quien no lo merece.

Buenas noticias que me han llegado también desde los que, además de leerme, me habéis escrito para compartiros conmigo. Para haceros concretos y reales en esta página quiero celebrar que habéis escapado del relativismo espacio-temporal y que vuestras propuestas estaban llenas de realismo. N me escribió “desde las trincheras” para informarme de que su voto era para la ITP, Iniciativa por la Torre de Portaceli: aunque la TP me pilla en Berlín más lejos que la torre de Alexanderplatz, su iniciativa me suena real, cercana a N, concreta. Sentido común y humanidad es lo que ha compartido O conmigo cuando me contaba que votaría al Bloc (Valencia) porque el representante de este partido en su pueblo es el vecino en el que puede confiar para que lleve a su hija a la escuela. La anécdota tiene una cercanía que parecía perdida en estas elecciones virtuales, y la virtud de amortiguar relativamente el valor de la parte por el todo. En esta historia, tanto hubiera dado que este aspirante a concejal hubiera sido de cualquier otro partido. Me ha encantado leer que P iba a votar a la alcaldía de Valencia movida por su sentido estético: dice adscribirse “a la cosa de las marcas”, y se mostró decidida a votar a la representante socialista Carmen Alborch para alcaldesa “no por su onda y sus compromisos políticos, sino porque es simpática de diseño, y pseudoprogre...”. Al contrario, Rita (Barberá) le “parece una dinousauria vendedora de Mercat con pluma camionera”. Los temas que se podrían derivar de la confesión de P no dejan de ser interesantes: ¿son todos nuestros actos actos políticos? Si la estética está presente en cómo nos presentamos ante el mundo, como decoramos nuestra casa y nos vestimos, ¿por qué no es un tema electoral?

Igualmente me ha placido el sentido de responsabilidad democrática con el que cargáis incluso teniendo que apretar los dientes para ello: sujetando con ellos el DNI en el colegio electoral. Mi madre me dice que le gustan mis textos aunque no los entienda: gracias mamá, ése es el tipo de amor incondicional que se necesita para triunfar en la vida. También me dice que aunque siente desidia electoral, entiende que su voto es imprescindible. El significado de la palabra, imprescindible, es enorme. D me dice que votará, aunque no crea del todo en aquellos a los que entregará su voto ni tenga mucha fe en que éste servirá de algo: haciendo de tripas corazón, le da vueltas a la idea de que el no-voto no funciona como signo de protesta. Os recomiendo el muy divertido “Ensayo de la lucidez” que el Nóbel Saramago escribió al respecto.

Os felicito, pero sin condescendencia. Me parece bien, no me malinterpretéis, que alguien no haya votado. Pero si todos nuestros políticos han ganado, obviamente han ganado también sus votantes. Al menos en el nivel más básico: uno vota, su voto se cuenta, luego su voto existe. Peor sería, estaréis de acuerdo conmigo, que millones de votos hubieran dejado de existir. Puede sonar a ciencia-ficción, pero hay rincones en el planeta donde ocurre. Así que felicidades. Aunque en vuestro desengaño note un exceso de cierto realismo, sois reales. Y felicidades a otra P, que ayer pasó parte de su cumpleaños en una mesa electoral, como suplente de primera vocal.

¿Dónde estamos después de todo este ruido y furia? Más o menos en donde nos quedamos hace dos semanas. Pero somos todos un año más mayores, electoralmente. Un año más maduros, si debemos hacer caso al optimismo de la noción de que cada año que pasa nos hace más sabios. Seguimos el sistema de prueba y error, y asumiendo que si nos gobiernan los políticos que menos nos gustan será porque nuestra panadera o nuestro vecino está a gusto con ellos. Mirad a esos otros seres humanos, que también son reales, y usadlos como consuelo: si ellos tienen lo que quieren, ¿por qué no nos va a ocurrir lo mismo a nosotros en otro momento? Son una prueba viviente de la realidad de la democracia.

Durante estos días, atrapado como he estado en los temas del espacio y el tiempo, se me han ocurrido algunas ideas peregrinas. Sí, más de las que he compartido con vosotros. Ahora mismo estáis agotados y mi propuesta seguramente os pondrá la piel de gallina, pero he llegado a la conclusión de que lo que necesitamos no son menos elecciones sino más. Menos campaña electoral, sí, menos ruido, también, pero más elecciones. Más democracia. ¿Por qué no? Al fin y al cabo llevamos enredados en campaña como mínimo desde el 2004.

Así que mi propuesta es que votemos más. Mi petición inicial de que votaseis se concreta también ahora: lo que digo es que deberíamos votar, además de en mayor cantidad, hacerlo más a menudo.

Votando una vez al año nuestros políticos sentirían más directamente la responsabilidad de sus acciones. En España no dimite nadie, porque todos confían en que la barbaridad que acaban de cometer se olvidará pasados unos meses. Cuentan y se dan cuenta de que en poco tiempo habrá con suerte un nuevo tema sobre el que desviar la atención.

Les haríamos un favor a nuestros políticos si les dejásemos ver más inmediatamente el efecto que sus acciones tienen sobre sus habitantes, tanto por acción como por omisión. Porque también podríamos fijarnos más en si han cumplido lo prometido. Después de dos años uno tiende a olvidar por qué voto a quien voto: ¿qué es lo que nos ofrecía éste, servicio de peluquería gratuita o atención médico-dental en la seguridad social? Ambas propuestas son reales. La última es del PP.

Se me puede decir que entonces nuestros máximos subordinados se darían aún más al grito desmesurado y a la magnificación del último error de su adversario. Creo que somos bastante maduros como para hacer balance y perdonar que algo de lo prometido no se ha cumplido teniendo en cuenta lo que ha estado funcionando bien. Lo bueno es que aunque algunos políticos cediesen al barullismo, tendrían una oportunidad inmediata de darse cuenta de si su estrategia funciona o no, y no nos mantendrían tres años, cuatro, cinco, denunciando a ETA como responsable del atentado de marzo de 2004 en Madrid. La estrategia de crear realidad con el lenguaje perdería fundamento y fuerza. La realidad debería imponerse a las palabras. El ruido cedería ante lo tangible.

Espero que no os haya dado un mareo al pensar que tendríais que votar cada año. Como todo lo nuevo, votar resulta difícil, pero estoy seguro de que aprenderíamos a hacerlo. Creo que el ruido político disminuiría a favor de una conversación real entre nosotros, el vulgo, y nuestros subordinados gobernantes. Podríamos mantener el control sobre ellos de modo más inmediato, y les impediríamos hacer de los pueblos a los que sirven sus reinos particulares.

Nos daría además menos miedo cambiar el color político de nuestro gobierno. Sabiendo que si el experimento sale mal podremos cambiarlo en un año, sin duda nos atreveríamos a arriesgar más a menudo. El gobernante actual no podría descargarse de responsabilidad con tanta facilidad si, al mirar hacia atrás, hubiese de asumir que él mismo estuvo en el gobierno sólo un año atrás, o dos. Igualmente tendrían que acostumbrarse a vivir sabiendo que podrían pasar a la oposición en pocos meses, no en varias décadas, y que de enredarse en asuntos turbios sus trapos sucios saldrían antes a la luz. Ningún partido podría tampoco apropiarse entonces de las grandes obras públicas que hubieran iniciado sus oponentes una década antes, y todos trabajarían de verdad para la cosa pública, sabiendo que el balance de cuentas sobre el estado de los hospitales y las escuelas serían parte también de su haber o su deber.

No me toméis en serio. Sufro un exceso de irrealismo después de estas dos semanas, y no quería cerrar esta tanda de e-mails sin joderos una última vez. Si follara más, esto no pasaría, me escribirá alguno. Pues bueno, es verdad, pero he disfrutado este onanismo intelectual al que muchos os habéis ido sumando para mi alegría. E-mail de A mientras termino el texto: ¿por qué no haces un blog? Y yo digo, ¿por qué sí? ¿Por qué no? Un blog dedicado al indeterminismo, iniciado desde la política, arrastrado al cine, al diario, a la literatura, al desmenuzamiento en fin de la realidad, un blog que podría llamarse así, ideterminismos, un blog que podría estar localizado en la esfera abstracta de la Internet en la concreta dirección http://indeterminismos.blogspot.com/ . Ahí os quiero ver. Aquí. Bienvenidos.

Y hasta que vuelva a Valencia, porque sé que volveré y que, a pesar de toda la relatividad que he chorreado estos días, cuando aterrice en Manises Manises seguirá siendo Manises, y no Sarajevo. Excepto que vuele con Iberia. Vaya.

Iberia.

3 comentarios:

Elena GP dijo...

Muy buen comienzo, aunque yo lo he de leer en dos veces, que me falta el aire en el cerebro.
Ánimo, pues, y sigue dejando huellas, aunque no te lean los Aznar de este mundo.
Besos
Elena GP

Emilio Martí López dijo...

Saludos Elena gp: globos que caen del techo y campanas para mi primera visita.-

1.- Gracias por no avergonzarme en el blog sino por e-mail: estoy totalmente de acuerdo contigo con que sí que han cambiado cosas. Intentaba ser bueno; la traducción es que he sido blando, flojo y mentiroso. No volveré a hacerlo. O confío en tu ojo crítico para evitarlo.

2.- Aguanta el aire, suéltalo. Voy a intentar, también, ser más breve ahora que abandono el "mailing" en pos del "blogging".

BESAZOS: muak.

Unknown dijo...

Mi primera estrada está cargada de rabia y de desencanto. Puede que por haber sido demasiado ingenua pensando en que algo podía cambiar. No ha sido así. Estoy cabreada con mis conciudadanos. Ayer, en la mesa de votaciones, una chica joven llevaba una camiseta protestando sobre el accidente de metro de Valencia y las 41 víctimas. Veo con asombro que coge una papeleta del PP y no para romperla de rabia. Era para votarles. Les ha salido bien a estos del PP. Parece que han dejado bien claro quién fue el culpable: el culpable de todo fue el maquinista. Claro, es el único que no se puede defender. Hoy en la prensa estaban publicados los resultados por barrios, en Patraix, en el Cabañal, en el Eixemple...en todos ellos el PP había sacado mayoría absoltua y había aumentado los votos. Mirad chicos, no lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. Los analistas dicen que la izquierda se ha escondido, ha elegido no ir a votar. Están en su derecho. Pero los que si que han ejercido su derecho ¿cómo pueden haber premiado la gestión de los que nos gobiernan en Valencia? Bueno, la vida sigue en Valencia aunque un poco más gris por esta victoria cargada de cemento, de grúas y de mentiras....
Salud a todos