Los políticos norteamericanos dedican menos tiempo que los europeos a definir en sus campañas electorales cómo se va a gastar el dinero. No es que haya mucha diferencia entre las apuestas que europeos “conservadores” y europeos “progresistas” hacen, así que nuestras elecciones suelen ser aburridas por casi estériles.
La contienda electoral Bush-Kerry del año 2004 fue una de las más aburridas en Estados Unidos. Se sabía de antemano quién iba a ganar y la campaña entera fue muy pronto un chiste sobre la falta de decisión del demócrata Kerry, lo que le granjeó el apodo de Flip-flop, sandalia de playa, que sube y baja precariamente sujeta por dos dedos del pie. Pero incluso entonces, los grupos religiosos y algunos pastores echaron carne al asador, y se habló de exomulgar a Kerry por estar a favor del aborto, así como de no permitir comulgar (en las Iglesias) a sus seguidores.
Este año se ha hablado de raza y de género. Habiéndose hecho Obama con la nominación demócrata y quedando Clinton fuera de la escena, ambos temas desaparecieron de los brillantes escenarios electorales durante apenas una semana. Obama no discute de razas y creo que hace bien. Ahora que la elección republicana de Sarah Palin como segunda de McCain nos trae de nuevo el debate del género, quizás podríamos recuperar el de la raza, porque son lo mismo.
Recuperemos el debate pues durante un momento, porque aunque parezca que debemos hablar del tema, quizás se trate de lo contrario: hablar menos y actuar más. Las feministas de Estados Unidos no son, obvia y afortunadamente, un bloque homogéneo.
Hay amas de casa demócratas y feministas que, ofendidas por la desaparición de Hillary Clinton, prometen votar a Palin y no al “sexista” Obama, que la pre-expulsó de la Casa Blanca. Otras feministas, conscientes de que la pertenencia al grupo lo da un modo de vida y una agenda y no el hecho biológico de nacer mujer, atacan a Palin por estar en contra del aborto y ser conservadora, algo muy antifeminista.
Creo entender ambas posturas y no creo que ningún grupo tenga la razón exclusiva, precisamente la razón exclusiva, la que excluye y diferencia y marca al diferente. Precisamente es el tipo de debate que hizo algo triste la carrera electoral entre Obama y Clinton: dos opciones brillantes, no sólo para los EEUU sino para la humanidad, enfrentadas a sabiendas de que una excluía a la otra. No sabían, o les pudo el ego de su campaña, que ambos pretenden lo mismo.
El mero hecho de que Palin sea vicepresidenta marcará un momento importante para las mujeres de Estados Unidos, menos para el resto del planeta: ya hay mujeres gobernando en África, Asia, América del Sur y Europa. Es innegable que es mujer y será un buen referente para las estadounidenses, un símbolo de poder. Sin embargo, su posición en el cargo no será un referente feminista, sino sólo femenino: será importante tener a una mujer de vicepresidenta pero es normal que las feministas de ideario estén molestas.
El mero hecho de que Barak Obama sea presidente de los Estados Unidos marcará un momento importante en los negros de Estados Unidos, y en el resto del planeta, blancos y negros: porque Obama será el primer presidente de un país occidental nacido en una minoría, sea la minoría mestiza, negra, o de inmigrante de segunda generación. Los inmigrantes franco-argelinos podrán emular a Obama y querer llegar a presidir Francia, como el hijo de inmigrantes Sarkozy hace ahora, pero teniendo la piel oscura. Igualmente los gitanos de España, o los indios británicos, podrán soñar y pelear por gobernar los países que acogieron a sus padres –o a sus abuelos- y en el que ellos ya han nacido. Y de esto también se beneficiarán, estoy seguro, las mujeres. Porque siendo mayoría en casi cualquier país, tienen la menor cuota de poder.
Creo que ambos candidatos harían bien en asumir su condición diferente sin grandes algarabías: eso es tender puentes, saber que su propia diferencia hará una diferencia mayor, pero sin crear disensiones, al no blandir su característica diferencial contra otros. Y esto Obama lo hace, pero Palin no. El primero no pide el voto por ser negro, sabe que no ha de esforzarse por serlo, que no tiene mérito, y que tampoco debería esforzarse por ser blanco. Eso es normalizar. Palin ya ha fallado en esto, lo que no implica que vaya a perder las elecciones, como demuestran las feministas demócratas que prefieren a una mujer cualquiera en el gobierno a un hombre por capacitado que esté para defender mejor sus ideales.
Palin ha acusado ya de misógino a Obama y pide el voto por ser mujer. Su agenda no va más allá en este campo, ¿es también normalizar la condición de mujer que manda el no crear disensiones con los hombres, no pretender defender derechos exclusivamente femeninos o no querer crear una “agencia para la mujer” o algo similar? Creo que más bien es la otra cara de la moneda de la agenda de Palin: es mujer pero el tema feminista no llegará con ella más allá de este hecho biológico. Lo que prima es la agenda republicana y su negativa al aborto.
Y por eso deberíamos hablar menos y hacer más. Por un lado bastará que haya un negro o una mujer en el gobierno de Estados Unidos para cambiar algunas cosas, sobre todo la percepción de lo que es posible cambiar. Eso es hacer. Un “Hacer” tan básico como el Hecho biológico, aunque luego los norteamericanos harán efectivamente una elección. Hasta aquí Obama y Palin están empatados, y aquí, justamente donde está el centro de lo que se discute hoy en los media, es donde ya deberíamos haber asentado este hecho sencillo.
Después vendrá el hecho de gobernar y entonces, ¿quién hará más por los diferentes, mujeres o negros o pobres o minusválidos de Estados Unidos? ¿Quién mostrará más compasión y la hará efectiva en modo de gasto social? ¿De ayudas? ¿De promociones reales?
En la agenda de Obama “aborto” se dice con la boca pequeña, pero se grita “libertades civiles” tal y como se grita, desde el flanco republicano, “no al aborto”. Obama habla de igualdad y Palin, que abre la boca más que McCain últimamente, habla de victoria. Victoria, de unos sobre otros. perdedores a algún lado de la división. Las estadounidenses decidirán si con su voto quieren perpetuar la guerra, contra ellas o contra Irak. Habría que recordarles, eso sí, que mientras que esta vez votarán por un poco más de “igualdad” voten a quien voten, no es por Sarah Palin por la que echarán su papeleta en la urna sino por John McCain y por el partido republicano.
Porque si al final de la carrera queremos que no tenga importancia si uno es mujer o una es negro, hagamos una única distinción entre personas: en este caso entre personas demócratas y personas republicanas, que es al fin y al cabo de lo que va el juego de las elecciones.
Palin ha acusado ya de misógino a Obama y pide el voto por ser mujer. Su agenda no va más allá en este campo, ¿es también normalizar la condición de mujer que manda el no crear disensiones con los hombres, no pretender defender derechos exclusivamente femeninos o no querer crear una “agencia para la mujer” o algo similar? Creo que más bien es la otra cara de la moneda de la agenda de Palin: es mujer pero el tema feminista no llegará con ella más allá de este hecho biológico. Lo que prima es la agenda republicana y su negativa al aborto.
Y por eso deberíamos hablar menos y hacer más. Por un lado bastará que haya un negro o una mujer en el gobierno de Estados Unidos para cambiar algunas cosas, sobre todo la percepción de lo que es posible cambiar. Eso es hacer. Un “Hacer” tan básico como el Hecho biológico, aunque luego los norteamericanos harán efectivamente una elección. Hasta aquí Obama y Palin están empatados, y aquí, justamente donde está el centro de lo que se discute hoy en los media, es donde ya deberíamos haber asentado este hecho sencillo.
Después vendrá el hecho de gobernar y entonces, ¿quién hará más por los diferentes, mujeres o negros o pobres o minusválidos de Estados Unidos? ¿Quién mostrará más compasión y la hará efectiva en modo de gasto social? ¿De ayudas? ¿De promociones reales?
En la agenda de Obama “aborto” se dice con la boca pequeña, pero se grita “libertades civiles” tal y como se grita, desde el flanco republicano, “no al aborto”. Obama habla de igualdad y Palin, que abre la boca más que McCain últimamente, habla de victoria. Victoria, de unos sobre otros. perdedores a algún lado de la división. Las estadounidenses decidirán si con su voto quieren perpetuar la guerra, contra ellas o contra Irak. Habría que recordarles, eso sí, que mientras que esta vez votarán por un poco más de “igualdad” voten a quien voten, no es por Sarah Palin por la que echarán su papeleta en la urna sino por John McCain y por el partido republicano.
Porque si al final de la carrera queremos que no tenga importancia si uno es mujer o una es negro, hagamos una única distinción entre personas: en este caso entre personas demócratas y personas republicanas, que es al fin y al cabo de lo que va el juego de las elecciones.
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