viernes, 26 de septiembre de 2008

Bush hunde el planeta.

All of a sudden, la crisis es real. De pronto, the crisis got real.

El presidente de Estados Unidos se dirige a la nación y le dice (nos dice a todos) que o se acepta su plan de rescate del sistema financiero estadounidense, o la crisis será catastrófica. Con esta alocución de George W.Bush, definitivamente el peor presidente de la historia de Estados Unidos, el pueblo americano reacciona por fin a una crisis que ya lleva un año rodando, desde que las hipotecas subprime se quitaran la careta poniendo ya en alerta a las economías europeas.

Posiblemente las palabras de Bush jr sean recordadas como el principio del fin, de una década (aún) más catastrófica que las anteriores. Su discurso ha coincidido con la cumbre de líderes de la ONU, permitiendo así un inusitado (por amplio) debate entre naciones sobre el tema de los temas, el tema más tabú, el tema que es a los países lo que el sexo es a las personas: el dinero.

Freud analizó dos deseos intercambiables en el hombre (y la mujer): sexo y dinero, el amor que es economía y las finanzas que son la lujuria. El sexo es al ser humano lo que la economía a las naciones. Y ahora que Bush habla de invertir 700.000.000.000 de dólares para rescatar la banca privada y el sector de las aseguradoras en los EEUU, surgen roces y desaires mayores que cuando la invasión de Irak, precisamente en aquello en lo que desde hace años se ha estado de acuerdo: el mercado manda, la pasta es el jefe. Sarkozy grita que hay que devolver la ética a los mercados. Alemania pronostica el fin de América en un tono similar al que ha usado Irán.

La furia contra América, que viene creciendo año tras año en casi todo el planeta, se deja campar incluso por los países amigos ahora que Estados Unidos pierde uno de sus poderes, el económico (y con él, es de suponer, el militar, que cuesta pasta).

Desde Alemania se levanta la voz a Estados Unidos con más fiereza que la que usó Schröeder cuando se negó a apoyar la invasión irakí; entonces al canciller se le veían intereses electorales y se le intuían los tratos hechos con Hussein. El ministro del dinero alemán ha declarado públicamente que éste momento marca el fin de la hegemonía de los Estados Unidos. La canciller alemana Angela Merkel ya advirtió hace casi un año, nos recuerda, la necesidad de crear sistemas de control internacionales con reglas fijas. Se la ninguneó y por ello parece haber cierto placer mórbido en el panegírico que eleva el ministro de economía sobre el final de los Estados Unidos. La crisis más importante desde 1929 se da después de los enormísimos Juegos Olímpicos chinos, tras el do de pecho de Rusia en Georgia, y coincide exactamente con el primer paseo espacial de China.

Sólo el presidente español Rodríguez Zapatero, que aprovecha su viaje a la ONU para hacer un viaje de negocios ("compren productos españoles, la envidia de los italianos"), se ha posicionado junto al plan de Bush: dice asumirlo con comprensión y me pregunto si será otro intento por compensar la retirada de las tropas de Irak o si pretende hacer algo similar en España llegado el caso (comprando las inmobiliarias y constructoras que se hunden en la coyuntura particular de nuestra crisis nacional).

El discurso de Bush del 24 de septiembre de 2008 sobre el estado económico de la nación no difiere del pronunciado antes de la invasión de Irak: ha sido un reto al Congreso Americano, al partido demócrata y al mundo entero, un "o conmigo o contra mí" que no puede dejar indiferente a nadie, o crea lacayos o crea enemigos.

Posiblemente pretenda enmendar con esta acción una presidencia llena de escándalos financieros, durante la que Estados Unidos ha sido atacado en casa y se ha metido en dos guerras inútiles, durante la que no sólo Nueva York sino Nueva Orleans han sido malheridas, durante la que la imagen internacional del país ha llegado a su punto bajo y que termina con la mayor crisis económica en casi 100 años.

Pero el efecto a temer es el inverso.


El riesgo del órdago Bushiano es que el hombre que gobierna el (hasta ahora) más poderoso país del mundo no ha dado pie con bola desde que trampeó su llegada a la presidencia americana, y que cada una de sus acciones se ha vuelto contra él y el pueblo americano, dejando además un poco peor el planeta. Es de temer que con su discurso y su apuesta, George W.Bush haya iniciado verdaderamente la debacle, lanzando más pesimismo a las asustadas economías del planeta: "si hasta el presidente de Estados Unidos lo admite, la crisis debe de ser más grave de lo que parece". La bola de nieve rueda, la bola de la ruleta gira. La bola de billar se desliza hacia nosotros.

No hay comentarios: