En casa como fuera: Evo Morales y el empate catastrófico
Bolivia está al borde de la guerra, o eso parece cuando 12 países sudamericanos se reúnen al dar Brasil la voz de alarma. Durante los días pasados Bolivia y Venezuela han expulsado a los embajadores norteamericanos en sus países y la crisis con EEUU se extiende a la Argentina.
El problema de Bolivia –el problema que sale en los diarios- es que mientras que las regiones orientales apoyan el proyecto llamado “indigenista” del presidente, en el occidente del país los líderes regionales se oponen a éste y lo demuestran con acciones políticas. Como el poder presidencial es bastante similar al poder disidente, se ha llamado empate catastrófico a la situación.
En casa como fuera de ella. Se suele decir que es por las múltiples guerras vividas en su territorio que Europa es el continente más pacífico y moderado del planeta. Aunque muchos países europeos han participado en las guerras que Estados Unidos dirige o aunque todavía existen grupos terroristas activo en el territorio de la UE, es cierto que en Europa se dirimen los conflictos de una manera más satisfactoria para casi todos, con una violencia que si existe es aristocrática y de alcoba.
Yo mismo me quejo a menudo del centrismo político que nos va dejando sin opciones radicales en Europa; incluso una mirada a Norte América nos ofrece debates más interesantes que nuestras disputas domésticas, aunque allí se hable menos de dinero –y modelos sociales- y más de moral.
Ejemplo: El SPD alemán ha elegido como secretario a Frank-Walter Steinmeier, colaborador del excanciller Schröeder y ministro de exteriores del gobierno de Angela Merkel, del conservador CDU. Ambos se verán las caras en las urnas dentro de un año, después de gobernar juntos durante la última legislatura. El empate técnico entre conservadores y socialistas se solucionó con la Gran Coalición, que entonces pareció catastrófica desde el terreno de los ideales. Desde entonces, y aunque no se ha repetido, el ejemplo se ha planteado en otros países europeos cuando las estadísticas pre-electorales no arrojaban un ganador definitivo.
Mientras tanto, en España… los dos partidos con opción a gobernar, PSOE y PP, empatados en regiones de gobierno, se radicalizan, aunque ambos proponen el centro como su lugar lógico de gobierno. Al gobierno central del PSOE le invalidan sus leyes los cabecillas regionales del PP que incitan a la desobediencia civil: la asignatura de educación para la ciudadanía la estudian los jueces y no los alumnos, las ayudas a la dependencia dejan de aplicarse en algunas autonomías y la píldora del día después es el doble de difícil de conseguir en unas provincias que en otras. No llamamos violencia a esta situación, pero desde el PP sí consideran una agresión cada vez que un partido independentista sugiere “quizás” la opción posible y futura de plantear un referendo para la autonomía de facto.
Que Brasil alce la voz y nos eche una mano.
Bolivia está al borde de la guerra, o eso parece cuando 12 países sudamericanos se reúnen al dar Brasil la voz de alarma. Durante los días pasados Bolivia y Venezuela han expulsado a los embajadores norteamericanos en sus países y la crisis con EEUU se extiende a la Argentina.
El problema de Bolivia –el problema que sale en los diarios- es que mientras que las regiones orientales apoyan el proyecto llamado “indigenista” del presidente, en el occidente del país los líderes regionales se oponen a éste y lo demuestran con acciones políticas. Como el poder presidencial es bastante similar al poder disidente, se ha llamado empate catastrófico a la situación.
En casa como fuera de ella. Se suele decir que es por las múltiples guerras vividas en su territorio que Europa es el continente más pacífico y moderado del planeta. Aunque muchos países europeos han participado en las guerras que Estados Unidos dirige o aunque todavía existen grupos terroristas activo en el territorio de la UE, es cierto que en Europa se dirimen los conflictos de una manera más satisfactoria para casi todos, con una violencia que si existe es aristocrática y de alcoba.
Yo mismo me quejo a menudo del centrismo político que nos va dejando sin opciones radicales en Europa; incluso una mirada a Norte América nos ofrece debates más interesantes que nuestras disputas domésticas, aunque allí se hable menos de dinero –y modelos sociales- y más de moral.
Ejemplo: El SPD alemán ha elegido como secretario a Frank-Walter Steinmeier, colaborador del excanciller Schröeder y ministro de exteriores del gobierno de Angela Merkel, del conservador CDU. Ambos se verán las caras en las urnas dentro de un año, después de gobernar juntos durante la última legislatura. El empate técnico entre conservadores y socialistas se solucionó con la Gran Coalición, que entonces pareció catastrófica desde el terreno de los ideales. Desde entonces, y aunque no se ha repetido, el ejemplo se ha planteado en otros países europeos cuando las estadísticas pre-electorales no arrojaban un ganador definitivo.
Mientras tanto, en España… los dos partidos con opción a gobernar, PSOE y PP, empatados en regiones de gobierno, se radicalizan, aunque ambos proponen el centro como su lugar lógico de gobierno. Al gobierno central del PSOE le invalidan sus leyes los cabecillas regionales del PP que incitan a la desobediencia civil: la asignatura de educación para la ciudadanía la estudian los jueces y no los alumnos, las ayudas a la dependencia dejan de aplicarse en algunas autonomías y la píldora del día después es el doble de difícil de conseguir en unas provincias que en otras. No llamamos violencia a esta situación, pero desde el PP sí consideran una agresión cada vez que un partido independentista sugiere “quizás” la opción posible y futura de plantear un referendo para la autonomía de facto.
Que Brasil alce la voz y nos eche una mano.
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