viernes, 15 de febrero de 2008

ARCO

El juego fácil de palabras para un chico malo es ARCO y Arcadas. Pero no me hace falta el personaje de malo porque he disfrutado como nunca de la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid, en la que participé gracias a María Jesús y Patri, aunque las sombras que acompañan a las luces son temibles. "Feria", la palabra tiene mucho menos misterio que "Meca del Arte".


ARCO va de mirar, pero también de ser mirado. La gente que pasea por la feria es gente guapa, gente de foto, gente escapada del certamen de moda que se celebra en un pabellón cercano. En el pabellón contiguo hay una feria del objeto-regalo, lápices con el nombre de tu empresa o pastillitas de menta con la fecha de tu boda. Los invitados de los certámenes podrían ser intercambiables, aunque en ARCO no se ve gente cargando maletines para echar dentro todo lo que sea gratis. El gigantismo de la obra lo impide; me deleitan ahora las obritas más pequeñas, las miniaturas, las raras, las que obligan a acercarte. La gente que va a la feria del regalo tendrá un montón de gadgets gratis para mostrar; la gente que visita ARCO podrá exhibir las frases "inigualable, deberías haber estado, una experiencia impagable".

ARCO se paga. Esto va de comprar o, si no hay dinero, de ir de escaparates. Mírame, mírame, no me toques. Es una sensación extraña, tener obra aquí, en la Jungla, la Feria, aunque los tres estamos bastante distanciados del evento. Gatos disecados en posiciones de muerte, robots que recogen basura, la milésima revisión del blanco sobre blanco de Mondrian. Sabemos que nuestro rollo de tela y paredes, con vídeos de paredes que hablan (más info en silasparedes.blogspot.com), es parte de lo mismo, pero sabemos también lo que hay detrás de nuestra obra. Como los otros artistas, supongo. El suspiro que duele.


Consuelo Císcar abandona la feria después de hacerse las fotos en el stand del IVAM y decir a la prensa que la Generalitat Valenciana está con el arte. No la hemos visto por nuestro stand, donde mostramos los residuos últimos de El Cabañal.

La experiencia es emocionante. Hablo con artistas. Oigo hablar a artistas que de lo que más disfrutan es de hablar mal de otros artistas. Hablo con artistas de éxito con obra triste, repetida, que aprecian que su galerista apueste por ellos a cambio, sólo, de hacer lo mismo y lo mismo. Hablo con artistas molestos con sus galeristas, porque estos les han dejado de lado con la excusa de que lo mismo ya no vende y lo nuevo bueno, "no serías tú". Artistas-marca, venden o no venden.

Me presentan un chico feliz: ha vendido en dos días casi una decena de piezas. Se quedaría a celebrar con nosotros el final de la feria, dice, pero no tiene dinero para pagarse una noche más de hostal. No sabe cuándo cobrará esta obra pero sabe cuánto ha gastado en enviar sus cuadros a éste y tal concurso, cuánto cobra un camionero transportista que le recomendaron, cuántas horas de trabajo ha echado en cada pieza. Sus galeristas no le han pagado el viaje a ARCO pero le han recomendado que vaya, "has de ser visto", le han dicho, "habla con tus clientes." La apuesta del artista, la lucha del humano que quiere hacer algo concreto y se deja los restos en ello.

.. Y mientras tanto, cerca de la Plaza del 3 de mayo de Madrid, donde me alojo...

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