lunes, 17 de diciembre de 2007

Porteño en Valencia

Ayer pasé la tarde hablando con una amiga que dice que se va a Buenos Aires. Me dio tanta envidia que le di un golpe en la cabeza con la botella de cerveza que me estaba bebiendo. La violencia no arregla casi nada: no sólo no la hice cambiar de opinión, sino que si ella está en Buenos Aires yo no podré ir debido a una orden de alejamiento.

Antes de eso hablamos mucho de los argentinos y de las argentinas, refiriéndonos en todas nuestras anécdotas a los porteños., por supuesto, acumulando un puñado de injurias a las que no podemos evitar amar más o menos, porque también somos neuróticos.

La base de nuestra conversación sobre los porteños estaba en lo complicada que tienden a hacerse la vida los porteños que mejor se acoplan al peor estereotipo de argentino. Nos daba a ambos la sensación de que con su lengua, educada en el psicoanálisis mundano, enredaban la alegría hasta hacer de ella un drama. Nunca se aburren, pues, si pueden hablar, excepto si cuando el aburrimiento les sirve en sí mismo como interesante dolencia del alma.

¿Es fácil ser tan difícil como un porteño? ¿Es difícil hacer que parezca fácil ser difícil?

Pensión Boluda en la calle Bailén de Valencia

Mi último texto recibió dos comentarios. Uno de la princesa anónima, que no contenta con mi petición de que los políticos callen, les pide silencio interior, suponiéndoles la capacidad de meditar. Otro, y por eso escribo este texto, en que se me explicaba que en Buenos Aires la palabra “diálogo” es una conversación de a dos que, en las escuelas, debe ser acallada por las maestras de primaria, “no hagan diálogo”.

Firmaba el texto “porteñoenvlc” (¿porteño en valencia?), que aunque no lo conozco me ha hecho meditar sobre la facilidad (o no) de ser porteño. Es fácil ser porteño en el mundo. Porteño es el bonaerense, principalmente de la capital argentina, pero también se consideran porteños algunos platenses: a veces orgullosos por pertenecer a la provincia de Buenos Aires, a veces dolidos (¿de mentira?) por cargar con los peores atributos de Capital. Lo importante es que hablen de uno, da igual si bien o mal. Y de los porteños se habla en España. En el mundo hispanohablante se entiende de dónde es uno cuando dice que es porteño. ¿Pero en valencia, ser porteño en Valencia?

Pensaba en todo esto mientras volvía a casa del Cabanyal, un barrio valenciano formado casi todo por casas centenarias que va a ser derribado (3.500 viviendas) en pos de la prolongación de una gran avenida. Los vecinos del Cabanyal no pueden sino ser porteños, dada su cercanía al puerto de la ciudad; si este barrio está amenazado desde hace décadas por los derribos municipalmente planificados, otros poblados marítimos comparten con éste el abandono de las autoridades: son mercados urbanos de la droga donde raramente se adentran los servicios de la limpieza (o policiales o de sanidad).

No es fácil ser porteño si uno es de Valencia. Aún no.

A algunos platenses les gusta diferenciarse de los bonaerenses aunque apenas estén a 100 kilómetros de la capital y La Plata gestione la administración de Buenos Aires. Otros sin embargo cargan orgullosos con las etiquetas porteñas: complicados, bocazas, enredadores, presumidos. No es difícil querer ser porteño, ni serlo, si a uno se le reconoce el mérito –incluso negativo-.

Ser porteño en Valencia aún no significa mucho. Es como ser un animal en vías de extinción por el que pocos derramaran aún menos lágrimas. Ser porteño ahora, con las gestiones de la America’s Cup bloqueadas tampoco, tiene poco valor. Pero quizás un día, ser porteño de Valencia, tendrá un valor tal que será cuantificable hasta económicamente. Valor bursátil, y valor inmobiliario. Lo de los valores morales, bueno, veremos si podemos cargar con falsa modestia y una presuntuosa falta de orgullo el carecer totalmente de ellos.

PD.- El siguiente link tiene algo de información sobre un proyecto de rescate en que ando metido con dos artistas geniales en este barrio:
http://silasparedes.blogspot.com/

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