Leo en prensa, Reuters, que “el espejismo de la rica Europa atrae a los africanos”. No es un titular mal elegido, luego contradicho por el texto que le sigue. La noticia, por llamarla de alguna manera, incide en la idea de que africanos pobres, como los senegaleses, mantienen en su cabeza la idea de una Europa rica como “en la fábula del Dorado”.
Esto no es una noticia. Es vox populi y sentido común, una verdad de Perogrullo. ¿O no es sensato que en la paupérrima África se piense en Europa como paraíso, si tan sólo económico?
Lo extraño es que el redactor, la redactora, o los redactores de la nota –por no llamar ya noticia a esto- se refieran a la riqueza de Europa como “de fábula” (no en el sentido de “de lujo” o magnifica, sino de “mítica”) y tachen el desear africano (la generalización la hago mía, pero era suya) de espejismo.
Espejismo, alucinación, producto de la imaginación anhelante, síntoma de locura.
Siendo magnánimo me da por suponer que detrás del texto haya un redactor o redactora con un injustificable contrato por obra, mal pagado, sin seguridad social ni derecho al paro, quemado por la intransigencia de jefes a los que no ha visto la cara y sin un sindicato que le respalde. Alguien para quien Europa y su riqueza sea un espejismo. Alguien sin hipoteca, o peor, con hipoteca, no necesariamente preocupado por inmigrantes que le vengan a robar el empleo, sino jodido porque hablan de su opulenta vida europea sin conocimiento de causa. A todos nos da rabia que se hable de LO NUESTRO sin saber.
Su propia vida rica europea es, pues, un espejismo, una alucinación, el producto de la imaginación anhelante y síntoma de locura. Que no vengan a decirle que vive el Dorado.
Aunque sin este exceso de magnanimidad pienso que quizás sí viva, este redactor o redactora, en el Dorado: un el Dorado tan resplandeciente que ciega con su brillo. A nivel personal me veo a menudo teniendo que echar el freno cuando la queja me desborda. No hay, creo, mejor modo de vivir la vida que en lo inmediato, en el ahora y en el uno mismo, porque es donde más a mano tenemos los medios para disfrutar lo que nos place y cambiar lo que no nos sirve. La queja, la toma de consciencia del mal, está justificada también en lo personal. Sin embargo muchas veces se nos olvida buscar referentes necesarios para nuestra inmediatez, un marco que nos sitúe, teniendo en cuenta al otro y lo otro: y entonces, ay qué vergüenza, nuestras quejas primermundistas hacen desteñir el oro que es nuestra Europa y mostrarnos que estamos sólo decorados con oropel barato; no hablo ya de pobreza monetaria, sino moral.
No es oro todo lo que reluce, pero el pan, oye, el pan, suele ser pan cuando parece pan. Y tenemos un pan europeo que, aunque al ponerse por las nubes su precio parezca cosa de magia o locura, es pan. Tangible. Al pan, pan, a Europa, Europa, y al hambre de África un respeto. Y una mano tendida.
http://es.noticias.yahoo.com/rtrs/20071205/tts-ue-africa-inmigracion-reportaje-7c6ab66_1.html
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