Reino Unido y Holanda votaron ayer ya a sus representantes para el Parlamento Europeo. Los resultados electorales del Reino Unido se mantendrán en secreto hasta el domingo, cuando hayan votado los 27, pero los de Holanda ya son públicos: la extrema derecha ha avanzado hasta conseguir 4 escaños; el partido PVV ha arañado votos de la izquierda y la derecha, así que su lider, Geert Vilders, tendrá en el próximo parlamento cuatro votos, vinculantes, en cada elección.
Puede que la publicación de los resultados del Reino Unido (RU) se haya aplazado al ser estos, según todas las encuestas, infavorables al Gobierno, pues los británicos también votarán en clave nacional y por tanto castigarán a Brown, en retirada; también aquí avanza posiciones la derecha, frente a los laboristas, aunque otros muchos de los votos que tendrá este país en el Parlamento serán de euroescépticos.
Hay una explicación menos cínica para la decisión del Gobierno Británico de aplazar la publicación de los resultados: podría tener que ver con no interferir en los resultados electorales de otros países. Ésta sería una precaución vana, me temo, porque la desmotivación del electorado europeo y su desconocimiento sobre estas elecciones harían parecer prescindible la información sobre los resultados en otros países.
Pero la información es poder; es poder el saber que los europarlamentarios tienen abiertas líneas de comunicación con sus representados, nosotros, en el Parlamento. Es poder el conocer que fue este parlamento el que frenó el intento de directiva europea para ampliar la semana laboral a 65 horas, pese a ser el nuestro históricamente un Parlamento formado en mayor número por las derechas nacionales.
Votar a las elecciones parlamentarias europeas, e incluso solo planteárselo, es un ejercicio que requiere considerable esfuerzo. Como todo esfuerzo en la vida, depende del contexto personal el que éste sea de una futilidad agotadora, o una fuente de beneficios y aprendizaje.
Ayer apunté la responsabilidad de Europa, su Unión Política y sus Instituciones, en el obscurantismo que rodea a sus órganos de poder y sus procesos. No creo que haya voluntad de secretismo por parte de la Comisión (por ejemplo), sino que la forma en que la Unión ha crecido la ha hecho enrevesada y árida como material de estudio.
Ahora cambio “Europa, su unión política y sus instituciones” por “Europa, nuestra unión y nuestras instituciones”. El elector europeo, como cualquier ciudadano, se enfrenta a una elección fundamental cuando se descubre europeo: esperar que Europa le facilite toda la información que cree necesitar para votar –y las opciones secundarias son muchas: esperar sentado es un ejemplo- o aprender por su cuenta para qué sirven el Parlamento, la Comisión, la Comisión Europea y el Consejo. Las opciones vuelven a ser multitud, desde libros sobre el tema hasta internet; la página oficial de la Unión es una de las mejores fuentes de información y así una negación de la teoría conspirativa según la que la Unión nos prefiere ignorantes.
Pero votar a Europa hace necesario no sólo conocer el funcionamiento e importancia de nuestras instituciones políticas, incluido este Parlamento sobre el que se nos permite una elección directa, sino también un conocimiento de Europa y sus miembros cada vez más profundo.
La palabra Unión, en Unión Europea, tiene un significado real y práctico, no importa lo apegado que se encuentre un Europeo a otros países miembros o a la idea misma de la UE. Del mismo modo que el Parlamento hace leyes también para quienes no votan, el significado de Europa engloba, en 2009, a aquellos que no se identifican con la Unión.
Hoy Berlusconi es italiano, pero también es Europeo. Un Europeo o una europea que se haya enorgullecido alguna vez, frente a Estados Unidos, de contar con un sistema de protección universal en la Salud Pública o frente al desempleo, debe saber hacer suyo con honestidad y humildad los desvaríos racistas y machistas de Berlusconi. Un europeo que haya sacado los colores a EEUU aprovechando la imbecilidad de George W. Bush no puede no asumir con vergüenza –propia, no sólo ajena- los comentarios de Berlusconi sobre el bronceado de Obama. Berlusconi es italiano pero también es un exponente de Europa.
Si bien los españoles no pueden votar en las presindeciales italianas, sí tienen la capacidad de decidir en qué dirección aproximada votarán sus representantes parlamentarios en Estrasburgo.
Los ciudadanos españoles apegados a la extrema derecha pueden sentir, gracias a las elecciones en Holanda, que ya cuentan con representantes en el Parlamento. Pueden querer aportar su voto para que en el Parlamento Europeo haya, además de holandeses, racistas españolistas: en estas elecciones cada voto cuenta igual en todo el continente, al contrario que en nuestras elecciones nacionales.,Pero aquellos españoles con menos voluntad xenófoba deberían aprovechar esta información, que es poder, para contrarrestar los votos del PVV y de lo Tories británicos, el partido conservacdor de Margaret Thatcher que según todas las encuestas será ahora el más representativo de Reino Unido en el Parlamento Europeo.
Votar en clave nacional puede ser un error, cuando los temas de Europa, NUESTRA comisión y Nuestro Parlamento son diferentes a los españoles en muchos casos, y desde luego lo son a si el presidente del gobierno vuela en aviones oficiales o si un presidente autonómico está imputado por presunto cohecho; pero aún más erróneo puede ser, en esta ocasión, dejar de tomar en considerarión el otro voto, también nacional, que emitarán los diferentes países de Nuestra Unión, pues éste coloreará un Parlamento que, siento repetirlo, tomará decisiones por y para nosotros, todos y todas.
del continente, a nivel politico.
Sed poderosos.
Puede que la publicación de los resultados del Reino Unido (RU) se haya aplazado al ser estos, según todas las encuestas, infavorables al Gobierno, pues los británicos también votarán en clave nacional y por tanto castigarán a Brown, en retirada; también aquí avanza posiciones la derecha, frente a los laboristas, aunque otros muchos de los votos que tendrá este país en el Parlamento serán de euroescépticos.
Hay una explicación menos cínica para la decisión del Gobierno Británico de aplazar la publicación de los resultados: podría tener que ver con no interferir en los resultados electorales de otros países. Ésta sería una precaución vana, me temo, porque la desmotivación del electorado europeo y su desconocimiento sobre estas elecciones harían parecer prescindible la información sobre los resultados en otros países.
Pero la información es poder; es poder el saber que los europarlamentarios tienen abiertas líneas de comunicación con sus representados, nosotros, en el Parlamento. Es poder el conocer que fue este parlamento el que frenó el intento de directiva europea para ampliar la semana laboral a 65 horas, pese a ser el nuestro históricamente un Parlamento formado en mayor número por las derechas nacionales.
Votar a las elecciones parlamentarias europeas, e incluso solo planteárselo, es un ejercicio que requiere considerable esfuerzo. Como todo esfuerzo en la vida, depende del contexto personal el que éste sea de una futilidad agotadora, o una fuente de beneficios y aprendizaje.
Ayer apunté la responsabilidad de Europa, su Unión Política y sus Instituciones, en el obscurantismo que rodea a sus órganos de poder y sus procesos. No creo que haya voluntad de secretismo por parte de la Comisión (por ejemplo), sino que la forma en que la Unión ha crecido la ha hecho enrevesada y árida como material de estudio.
Ahora cambio “Europa, su unión política y sus instituciones” por “Europa, nuestra unión y nuestras instituciones”. El elector europeo, como cualquier ciudadano, se enfrenta a una elección fundamental cuando se descubre europeo: esperar que Europa le facilite toda la información que cree necesitar para votar –y las opciones secundarias son muchas: esperar sentado es un ejemplo- o aprender por su cuenta para qué sirven el Parlamento, la Comisión, la Comisión Europea y el Consejo. Las opciones vuelven a ser multitud, desde libros sobre el tema hasta internet; la página oficial de la Unión es una de las mejores fuentes de información y así una negación de la teoría conspirativa según la que la Unión nos prefiere ignorantes.
Pero votar a Europa hace necesario no sólo conocer el funcionamiento e importancia de nuestras instituciones políticas, incluido este Parlamento sobre el que se nos permite una elección directa, sino también un conocimiento de Europa y sus miembros cada vez más profundo.
La palabra Unión, en Unión Europea, tiene un significado real y práctico, no importa lo apegado que se encuentre un Europeo a otros países miembros o a la idea misma de la UE. Del mismo modo que el Parlamento hace leyes también para quienes no votan, el significado de Europa engloba, en 2009, a aquellos que no se identifican con la Unión.
Hoy Berlusconi es italiano, pero también es Europeo. Un Europeo o una europea que se haya enorgullecido alguna vez, frente a Estados Unidos, de contar con un sistema de protección universal en la Salud Pública o frente al desempleo, debe saber hacer suyo con honestidad y humildad los desvaríos racistas y machistas de Berlusconi. Un europeo que haya sacado los colores a EEUU aprovechando la imbecilidad de George W. Bush no puede no asumir con vergüenza –propia, no sólo ajena- los comentarios de Berlusconi sobre el bronceado de Obama. Berlusconi es italiano pero también es un exponente de Europa.
Si bien los españoles no pueden votar en las presindeciales italianas, sí tienen la capacidad de decidir en qué dirección aproximada votarán sus representantes parlamentarios en Estrasburgo.
Los ciudadanos españoles apegados a la extrema derecha pueden sentir, gracias a las elecciones en Holanda, que ya cuentan con representantes en el Parlamento. Pueden querer aportar su voto para que en el Parlamento Europeo haya, además de holandeses, racistas españolistas: en estas elecciones cada voto cuenta igual en todo el continente, al contrario que en nuestras elecciones nacionales.,Pero aquellos españoles con menos voluntad xenófoba deberían aprovechar esta información, que es poder, para contrarrestar los votos del PVV y de lo Tories británicos, el partido conservacdor de Margaret Thatcher que según todas las encuestas será ahora el más representativo de Reino Unido en el Parlamento Europeo.
Votar en clave nacional puede ser un error, cuando los temas de Europa, NUESTRA comisión y Nuestro Parlamento son diferentes a los españoles en muchos casos, y desde luego lo son a si el presidente del gobierno vuela en aviones oficiales o si un presidente autonómico está imputado por presunto cohecho; pero aún más erróneo puede ser, en esta ocasión, dejar de tomar en considerarión el otro voto, también nacional, que emitarán los diferentes países de Nuestra Unión, pues éste coloreará un Parlamento que, siento repetirlo, tomará decisiones por y para nosotros, todos y todas.
del continente, a nivel politico.
Sed poderosos.
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