Exposición De Saldo, trampas y trampillas del arte, Mea Culpa, Objeto-Concepto
La inaguración fue según lo previsto: nervios de los organizadores y buen humor de los visitantes; la galería no se ha hecho cargo del catering y las cervezas, vinos y canapés, los pagan los artistas que quieren participar. Todo el mundo intenta recortar (sus) gastos.
Sigo a disgusto con lo ser artista brasileño en esta exposición, en su catálogo. Nada contra Brasil, por supuesto, pero no soy brasileño. Cuando estuve en el país sólo me dio tiempo para mojarme de pies a cabeza en la catarata de Iguazú (algo que nunca he considerado bautismal) y comer dos o tres veces asado de vaca y cerdo con piña y salsas.
Cuando se me propuso al principio lo de la expo, me explicaron que estaba invitado por haber viajado tanto a Argentina. Luego se me propuso "ser argentino". Argüí yo que podría, siendo "gallego", haber captado algo de la esencia porteña, y que podía presentar dibujos hechos durante alguno de estos viajes. O recordando. Incluso, trampeando, puedo considerarme argentino de corazón. Pero me han hecho brasileño y ni siquiera noto mejora en mi movimiento de caderas.
La trampita del arte puede ser una trampilla abierta: la próxima vez quizás participe en una expo de arte hecho por mujeres, o de arte negro. El objeto en sí, el dibujo, no se perjudica ostensiblemente; pero el arte hoy tiene un porcentaje gigante de símbolo (por no llamarlo márketing) y si asumimos que el arte definitavemente es tanto objeto como concepto (concepto artístico que escapa de la obra para alcanzar al organizador, a los comisarios, a la prensa, al contexto en fin) la trampa conceptual es mentira y la mentira desvirtúa la comunicación del arte.
Y es que al fin el objeto no miente, pero cuando no comprendemos la verdad del objeto, tragamos con que la vitrina, tarima o cabellete en que lo pongamos da el valor real: vitrina o tarima en forma de concepto brillante, dossier de cienmilpáginas explicando el misterio, puja en Christie's o logotipo oficial en la entrada al objeto contenedor de objetos que es un museo.
Igual que dice el adaggio sobre los hechos que no son horribles en sí mismos; lo que es horrible, se dice en Oriente y dijo Shakespeare, es el modo en que vemos los hechos; lo que miente no es el objeto, sino nosotros.
La inaguración fue según lo previsto: nervios de los organizadores y buen humor de los visitantes; la galería no se ha hecho cargo del catering y las cervezas, vinos y canapés, los pagan los artistas que quieren participar. Todo el mundo intenta recortar (sus) gastos.
Sigo a disgusto con lo ser artista brasileño en esta exposición, en su catálogo. Nada contra Brasil, por supuesto, pero no soy brasileño. Cuando estuve en el país sólo me dio tiempo para mojarme de pies a cabeza en la catarata de Iguazú (algo que nunca he considerado bautismal) y comer dos o tres veces asado de vaca y cerdo con piña y salsas.
Cuando se me propuso al principio lo de la expo, me explicaron que estaba invitado por haber viajado tanto a Argentina. Luego se me propuso "ser argentino". Argüí yo que podría, siendo "gallego", haber captado algo de la esencia porteña, y que podía presentar dibujos hechos durante alguno de estos viajes. O recordando. Incluso, trampeando, puedo considerarme argentino de corazón. Pero me han hecho brasileño y ni siquiera noto mejora en mi movimiento de caderas.
La trampita del arte puede ser una trampilla abierta: la próxima vez quizás participe en una expo de arte hecho por mujeres, o de arte negro. El objeto en sí, el dibujo, no se perjudica ostensiblemente; pero el arte hoy tiene un porcentaje gigante de símbolo (por no llamarlo márketing) y si asumimos que el arte definitavemente es tanto objeto como concepto (concepto artístico que escapa de la obra para alcanzar al organizador, a los comisarios, a la prensa, al contexto en fin) la trampa conceptual es mentira y la mentira desvirtúa la comunicación del arte.
Y es que al fin el objeto no miente, pero cuando no comprendemos la verdad del objeto, tragamos con que la vitrina, tarima o cabellete en que lo pongamos da el valor real: vitrina o tarima en forma de concepto brillante, dossier de cienmilpáginas explicando el misterio, puja en Christie's o logotipo oficial en la entrada al objeto contenedor de objetos que es un museo.
Igual que dice el adaggio sobre los hechos que no son horribles en sí mismos; lo que es horrible, se dice en Oriente y dijo Shakespeare, es el modo en que vemos los hechos; lo que miente no es el objeto, sino nosotros.
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