martes, 25 de noviembre de 2008

GOD's GREATEST IDEA


No sé cómo se llama. Paseábamos por la calle Anthony y yo cuando nos atrapó con su idea, que era la Mayor Idea de Dios. Una película. El caballero se acercó a nosotros con una carta del Festival de Cine de Charlottesville, un papel con varias direcciones de e-mail, y una explicación de su proyecto: está dirigiendo algo que se llama como el título de esta entrada, GGI, un film maravilloso directamente inspirado por Dios, sobre algo referente a Dios y financiado por Dios (y por Oprah Winfrey, la presentadora de la tele).
Sorprendentemente no quería dinero de nosotros, sino todo lo contrario. Le atrajo mi cámara de fotos y me dijo que le tomara algunas instantáneas, que luego debía hacer circular yo mismo, ganando dinero con ellas al aprovechar la fama que su película le aportará, y haciendo a la vez que la Mayor Idea de Dios se hiciera más famosa. Así que ya podéis empezar a enviarme dinero si estáis viendo estas fotos.
Es una historia de atracciones esta que cuento, de la atracción que los locos ejercemos sobre los locos quizás. Quizás el rinconcito era en sí mismo un foco de atracción para chiflados: posó delante de un muro decorado con espejos y azulejos que Anthony y yo habíamos estado comentando algunos minutos antes. En el mural se puede leer "aquello que necesitas lo atraes hacia ti" y "cosas buenas como pasar una tarde en el cine". De película, todo.

Para compartir la experiencia en su totalidad, este señor, que además de cineasta es maestro marionetista, nos contó imitando varias voces que Obama unirá al mundo, porque el nuevo presidente de los Estados Unidos es blanco y negro como una camisa de lunares, y como él mismo.
Como él mismo: en la tercera foto posa frente a una moneda de 25 centavos en la que se ve a Thomas Jefferson, redactor de la declaración de independencia y firme creyente en los derechos universales del hombre. Sin embargo en su finca de Virginia tenía esclavos, a los que liberó, y esclavas con las que mantuvo, se comenta, relaciones carnales. Nuestro director es, nos explicó, descendiente de Jefferson, y el parecido entre la efigie plateada de la moneda y su negra cara es una verdad tan auto-evidente de esto como auto-evidentes era para Jefferson que todos los hombres son iguales.
Todos locos, todos iguales, aunque algunos más iguales que otros.

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