Barack Hussein Obama es desde el martes pasado el 44 presidente de los Estados Unidos. Tiene nombre árabe, es hijo de inmigrantes, es negro y aboga por una disolución temporal del bipartidismo en su país. A los pocos días de asumir el cargo ya ha firmado actas que quiebran las trayectorias iniciadas por el 43 presidente de Estados Unidos, como el cierre de Guantánamo, y ha anunciado repliegues en los muchos frentes de guerra abiertos que el país tiene montados en el mundo. Como por arte de magia, en esta primera semana de presidencia, se ha empezado a experimentar con células madres en el país que llamamos América, y hasta hay ya manifestaciones públicas contra "Barack Hitler" y su abierta defensa de un aborto más libre.
Barack Hussein Obama es, en el reino subjetivo de la conjetura histórica, un hijo de George W. Bush. Una de las muchas alquimias que una presidencia tan dolorosa (agresiva, desprestigiada, torpe, mortal, injusta) como la Bush ha creado; aunque igual que en el caso de la economía, donde una crisis provocada por la falta de control gubernamental probablemente nos lleve a un nuevo modelo de capitalismo, más social, cada una de las flechas que Bush disparó han tomado la trayectoria inversa a la que deseaba.
En mi último viaje a América me llamó la atención lo mucho que el país ha cambiado desde 2004, cuando estuve por última vez. Lo que empezó en 2001, tras los ataques al World Trade Center, como pregunta casi retórica (¿por qué nos odian?) busca encontrar respuestas en los estantes de los vídeoclubs y las librerías: títulos similares a "La gran mentira de América", "Por qué los estadounidenses no somos Dios" y "Cómo vivir en el planeta -y no contra él-" abundan en las cadenas de librerías Barnes&Nobles, y los cineastas que retratan documentalmente atrofias de la democracia como Irak, Guantánamo, o los muchos escándalos financieros de Estados Unidos llenan sus anaqueles de premios nacionales.
Los americanos están pasando de mirarse el ombligo a ser conscientes de sí mismos, en un contexto mundial, fustigados por las bromas y críticas de que son objeto en el resto del planeta. El del sobrepeso lo consideran, muchos de ellos, un tema tan americano como la hamburguesa. Intentan cambiar el modo en que se alimentan, gastronómica y culturalmente, pero el país se está reciclando a sí mismo de muchas otras maneras.
El reciclaje, por ejemplo, es una de ellas. Durante mi viaje pude ver que, si bien se usan cotidianamente platos de cartón y vasos de plástico hasta en las cenas hogareñas, existe un esfuerzo sensato por reciclar, y el transporte público no funciona mal. Una amiga incluso me abroncó cuando celebré que América reciclara; "¡llevamos ya algunos años haciéndolo!". En el museo de Ciencias Naturales de Nueva York hay una exposición sobre el calentamiento climático, y la ciudad reparte gratuitamente mapas con los puntos verdes (desde alquiler de bicicletas hasta lugares de reciclaje) y usa slogans que hacen que el ecologismo parezca una moda o un negocio. Cuando América (se) recicle con pasión absoluta, tendrá (seguro) algo bueno que enseñar al mundo, otra vez.
Probablemente esta conciencia ecologista la haya impulsado en América Al Gore, con su documental "Una verdad incómoda", que ha pillado más de nuevo a los propios Estados Unidos que al resto del mundo. Gore es, como Obama, otro pilar estadounidense que sin Bush no hubiera existido. Es conjeturar, pero quizás, después de Clinton, Gore hubiera resultado un presidente anodino dedicado a seguir los pasos de su antecesor, en lo bueno y en lo malo, sin forzar a América a estos cambios profundos entre los que se incluye el nuevo presidente, que, con educada moderación, siempre habla de esperanza y cambio.
Esperanza: "Acción contra el hambre" ha iniciado una campaña para que Al Gore dirija una película que despierte al mundo al tema de la desnutrición severa infantil, que padecen 19 millones de niños en el planeta. La acción consiste en dejar una firma en la web http://www.pideseloaalgore.org/index_es.php para que el ex-vicepresidente centre su próximo documental en esta tragedia diaria, vergonzosa, pero solucionable. Por supuesto es una campaña mediática: pero si hemos conseguido que nuestros presidentes sepan que sus ciudadanos quieren una posición clara por la Paz (en Irak, en Gaza) y que así hablen por nosotros, podemos exigir que nuestros gobiernos participen, seriamente, en que los alimentos del planeta se distribuyan justamente. Y crear conciencia sobre el tema es el primer paso.
Cambio: Entre todos. Por supuesto os invito a todos a firmar, porque todos sabemos que el hambre duele: os invito a aquellos que os habéis reafirmado u habéis aprendido, gracias a la América de Bush, que el aislamiento y el poder de unos pocos no sirven al planeta, y a aquellos que creen, en la era post-Bush, que Sí Podemos, Yes we can, claro que sí.
Liberad la información: http://es.youtube.com/user/NoHungerACH y http://www.pideseloaalgore.org/index_es.php
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